Así la cantamos en clase de música:
Cuando el reloj marca la una
los esqueletos bailan la rumba.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las dos
los esqueletos comen arroz.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las tres
los esqueletos toman el té.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las cuatro
los esqueletos se van para su cuarto.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las cinco
los esqueletos saltan de un brinco.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las seis
los esqueletos comen miel.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las siete
los esqueletos juegan con la nieve.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las ocho
los esqueletos comen bizcochos.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las nueve
los esqueletos comen panqueques.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las diez
los esqueletos bailan en un pie.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las once
los esqueletos lustran el bronce.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.
Cuando el reloj marca las doce
los esqueletos pasean en coche.
Caracachumba, chumba, chumba,
caracachumba chumbambá.